Canalizaciones o Hablando con los muertos
La primera vez que tuve un salto, de una línea de
posibilidades o línea de tiempo a otra fue en el año 69, falleció una tía, mi muy
querida tía Betty, en un accidente carretero, en fin, que siendo yo demasiado
pequeño entre 5 y 6 años, no comprendí bien a bien que significaba eso de
morir, así que fuimos al pueblo de mi padre donde sería velada mi querida tía,
este, en cierto modo fue mi primer encuentro con eso que ahora se ha puesto de
moda y llaman Constelaciones Familiares, pero de ello hablaré en otro momento,
pues bien, resulta que llegamos al servicio funerario en la casa de los
abuelos, la vi en su féretro y me pareció que dormía y nada más, pregunté y se
me dijo que ya no despertaría más, ni volvería a jugar con ella porque se había
ido con Dios y ya no estaría más aquí, insisto, no comprendía bien todo
aquello, después llegó la madrugada y nos retiramos a dormir, a mi tía la
estaban velando en la sala de la casa, la cual tenía dos accesos, uno de los
cuales daba a una tienda propiedad de mi abuelo, que a su vez tenía dos accesos
más hacía el resto de la casa, uno de ellos daba al cuarto que servía como
comedor, el cual habilitaron como dormitorio llenándolo de colchonetas y ahí
terminamos durmiendo una docena de personas y mi madre conmigo, un rato más
tarde, sin que aún despuntara el alba abrí los ojos porque sentí que me
llamaban, levanté la mirada y miré con alegría que mi tía Betty estaba ahí de
píe agitando su mano a modo de saludo, nada de cuerpo destrozado, ni fantasmagóricas
visiones, simplemente era ella como siempre la vi, de carne y hueso, bueno… eso
creemos, al final basta con usar un microscopio lo suficientemente bueno, para
darnos cuenta que no hay tal solo un montón de células nadando en un mar de
líquido rellenando el enorme vacío que existe entre ellas, entonces yo quise
despertar a mi madre y decirle que no era cierto aquello de que mi tía se había
ido al cielo y que no la vería más, pero mi tía me hizo señas, indicándome que
guardara silencio y yo callé, se despidió de mi agitando su mano y desapareció saliendo
de la habitación hacía la tienda del abuelo y nunca más la he vuelto a ver, sin
embargo esa no sería la única vez que viera yo a gente recién fallecida, a
plena luz del día, inclusive intercambiando cordiales saludos con ellos, pero
todas con un punto en común… que en todos los casos yo no sabía previamente que
habían fallecido, siempre me he enterado por terceros, horas después que estas
personas ya habían fallecido generalmente la noche anterior a que yo les viera
por la mañana del día siguiente. Eso me llevó durante los primeros años de mi
infancia a temer a fantasmas y aparecidos, hasta que fui obligado a enfrentar
mis miedos a partir de otro salto en el espacio-tiempo en el cual fui iniciado
en la Antigua Orden de los Guerreros Aguila y pese a no comprender este fenómeno
de hablar con gente recién fallecida, inicié mis actividades como chamán y
exorcista desalojando, según yo, entidades no deseadas, de las casas de quienes
me lo solicitaban que ignorante que era yo, sin embargo, todo siempre obedece
al plan divino y sirvió de mucho, en verdad para iniciar este largo camino de
recordar todo lo que ahora sé acerca de mí mismo.
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