viernes, abril 24, 2020

Canalizaciones o Hablando con los muertos


La primera vez que tuve un salto, de una línea de posibilidades o línea de tiempo a otra fue en el año 69, falleció una tía, mi muy querida tía Betty, en un accidente carretero, en fin, que siendo yo demasiado pequeño entre 5 y 6 años, no comprendí bien a bien que significaba eso de morir, así que fuimos al pueblo de mi padre donde sería velada mi querida tía, este, en cierto modo fue mi primer encuentro con eso que ahora se ha puesto de moda y llaman Constelaciones Familiares, pero de ello hablaré en otro momento, pues bien, resulta que llegamos al servicio funerario en la casa de los abuelos, la vi en su féretro y me pareció que dormía y nada más, pregunté y se me dijo que ya no despertaría más, ni volvería a jugar con ella porque se había ido con Dios y ya no estaría más aquí, insisto, no comprendía bien todo aquello, después llegó la madrugada y nos retiramos a dormir, a mi tía la estaban velando en la sala de la casa, la cual tenía dos accesos, uno de los cuales daba a una tienda propiedad de mi abuelo, que a su vez tenía dos accesos más hacía el resto de la casa, uno de ellos daba al cuarto que servía como comedor, el cual habilitaron como dormitorio llenándolo de colchonetas y ahí terminamos durmiendo una docena de personas y mi madre conmigo, un rato más tarde, sin que aún despuntara el alba abrí los ojos porque sentí que me llamaban, levanté la mirada y miré con alegría que mi tía Betty estaba ahí de píe agitando su mano a modo de saludo, nada de cuerpo destrozado, ni fantasmagóricas visiones, simplemente era ella como siempre la vi, de carne y hueso, bueno… eso creemos, al final basta con usar un microscopio lo suficientemente bueno, para darnos cuenta que no hay tal solo un montón de células nadando en un mar de líquido rellenando el enorme vacío que existe entre ellas, entonces yo quise despertar a mi madre y decirle que no era cierto aquello de que mi tía se había ido al cielo y que no la vería más, pero mi tía me hizo señas, indicándome que guardara silencio y yo callé, se despidió de mi agitando su mano y desapareció saliendo de la habitación hacía la tienda del abuelo y nunca más la he vuelto a ver, sin embargo esa no sería la única vez que viera yo a gente recién fallecida, a plena luz del día, inclusive intercambiando cordiales saludos con ellos, pero todas con un punto en común… que en todos los casos yo no sabía previamente que habían fallecido, siempre me he enterado por terceros, horas después que estas personas ya habían fallecido generalmente la noche anterior a que yo les viera por la mañana del día siguiente. Eso me llevó durante los primeros años de mi infancia a temer a fantasmas y aparecidos, hasta que fui obligado a enfrentar mis miedos a partir de otro salto en el espacio-tiempo en el cual fui iniciado en la Antigua Orden de los Guerreros Aguila y pese a no comprender este fenómeno de hablar con gente recién fallecida, inicié mis actividades como chamán y exorcista desalojando, según yo, entidades no deseadas, de las casas de quienes me lo solicitaban que ignorante que era yo, sin embargo, todo siempre obedece al plan divino y sirvió de mucho, en verdad para iniciar este largo camino de recordar todo lo que ahora sé acerca de mí mismo.